jueves, 3 de septiembre de 2009

Mai Meneses.

 

     Siento devoción por Mai Meneses, es algo que no puedo evitar, ni negar. Hay muchas razones que me llevan a sentir esta fascinación pero, sobre todo, destaco una: la gran base cultural que acarrea sobre sus hombros. Mai es una intelectual, una cantante con alma de literato. En una entrevista leí que una de las cosas que piensa que le quedan por hacer es escribir algo, tal vez un relato, dijo. Aunque, y esto es otra cosa que me hace amarla, también declaró que aún no se siente preparada para ello. Este pasado de lectora (porque ella misma ha afirmado que cada vez tiene menos tiempo para leer) queda patente desde el primer momento en que nos cruzamos con su propuesta musical; el nombre de su dúo, Nena Daconte, es el nombre de la protagonista del relato “El rastro de tu sangre sobre la nieve” de García Márquez y, si indagamos un poco más vemos cómo algunas de sus canciones también beben del mundo de la literatura. Sin ir más lejos, el segundo single de “Retales de Carnaval”, “El Aleph”, lo escribió después de leer un relato (titulado igual) de Jorge Luis Borges. Y claro, todo esto se plasma de una u otra forma en su forma de componer.

 
    Ella tiene una capacidad natural para crear estribillos pegadizos y directos, pero lo que más destaca son sus letras. Escribe canciones sobre ancianos al borde de la muerte y mujeres locas que cantan sentadas en un banco porque, como la mayor parte de los escritores, es una "voyeur," alguien que analiza el mundo, alguien que sabe observar. Se nota que es una fiel seguidora de la literatura latinoamericana cuando, por ejemplo, escuchas “No eres mi perro” y acabas sintiéndote como si estuvieras recorriendo unos párrafos de una novela de realismo mágico. Y así, a lo largo de sus temas suelta frases que son balas directas al corazón, frases como “no me quiero morir pensando que tal vez se nos quedó la soledad bailando”, o la de “tanta emoción racionalizada que acabé sin sentir nada”, y la simple pero genial “que te busqué hasta en el ruido de mi soledad” y la extraordinaria estrofa “como un potro desbocado, indigente, denostado y sin aire ya. Alargando al máximo cada suspiro en las subidas de felicidad”.
 
Mai con Kim, su compañero de trabajo en Nena Daconte.

    Y todo esto me hace pensar que Mai es una persona muy inteligente. Ya casi nadie recuerda que ella participó en un OT. Duró menos que un telediario. Normal, ella no es la típica concursante, no tiene perfil de triunfadora, aunque sea la más triunfadora de toda la saga de triunfitos que han salido. Ella no era una participante que fuera a llegar lejos: tímida, con una voz diferente pero incapaz de dejar boquiabierto al público como lo haría una imitadora de Whitey Houston. (parece que estoy describiendo a Virginia Labuat, y es que las cosas en OT cambiaron durante un año, pero eso es otro tema.)
 

    Su perfil era el de una cantautora que, tal y como ella dijo, el concurso era la última oportunidad que le daba a la música. Y cantó la mayor parte de las canciones que después publicó en el primer disco de Nena Daconte, incluso en los castings interpretó “Yo quería recorrer” de su segundo cd, pero ninguna discográfica apostó por ella. Ahora, después de dejar aparcado su futuro en la abogacía (estudió Derecho), ha recibido premios y el reconocimiento del público y de la crítica. Y todo desde abajo, siendo constante en el convencimiento de su propio talento. Por eso, Mai Meneses es la imagen viva de que si se quiere se puede conseguir. Ella lo consiguió rozando la treintena y, por ello, Mai es la viva imagen de que no hay que ser un jovenzuelo para lograr nuestros sueños. Siempre nos quedará tiempo para intentarlo.
 

    Y cuando la oigo en “Loco por mí”, de su primer álbum, cantar la estrofa en la que dice “quiero que no me rompan las ilusiones, quiero quedarme tranquila durmiendo en tu almohada y no ver después que no sirvió de nada” recuerdo aquel primer single (Vuelve) que publicó al salir de OT y me doy cuenta de que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Y que es de agradecer que en el mainstream español se establezca alguien con un poquito de cultura.