domingo, 14 de febrero de 2010

La belleza.


 
Jareb Followill.

   Si las personas tienen tiempo libre, tienden a malgastarlo. Él no tenía otra cosa. Al principio siguió esta premisa a rajatabla, pero llegó un momento en el que permanecer postrado sobre una cama o balancear las piernas haciendo surcos en el aire durante horas dejó de parecerle interesante.

   Y, empezó a analizarlo todo; un gato lamiéndose sobre un tejado iluminado por el sol, el mismo que era tapado, de vez en cuando, por blancas nubes, algunas de ellas con formas que incitaban a desarrollar la imaginación. Y aquellos momentos en los que permanecía quieto sin hacer nada se transformaron en momentos para observar la belleza del mundo que lo rodeaba. Fue el creador del arte en el sentido más estricto de la palabra, porque ¿para qué existe como tal si no es para observar y apreciar la belleza que esconde en su interior?

 
Andrea Corr.
 
   Desde aquel día, todo el mundo se empeñó en determinar lo que era bello y lo que no. Nunca antes se había tenido tanto interés por distinguir lo bonito de lo feo, puesto que nunca antes nadie se había parado a mirarlo todo. Pero lo hermoso se transformó en una necesidad, en una dictadura. Las personas anhelaban tanto poseer la belleza que sus deseos se volvieron obsesión. Y él dejó de mirarlo todo, pues sufrió tanto al pensar que había creado una locura colectiva que condenó a la belleza en todas sus vertientes posibles.

   Hasta que un día, se sorprendió al verse en el espejo colocándose el cabello. Pues inconscientemente buscaba mostrarse bello para el resto.

 
Caleb Followill.

1 comentario:

  1. A veces pienso que la belleza está sobrevalorada, pero me pasa como a tu protagonista, que sucumbo y necesito rodearme de belleza...

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