viernes, 22 de enero de 2010

El disco de la década.

    Hace unas semanas me preguntaron que cuál había sido para mí el disco de la década. Por lo que parece elaborar listas con los mejores álbumnes de la década que ya hemos despedido ha sido el boom de estos últimos meses… Tuve que pensar un rato hasta que contesté. El ” Show Your Bones” (2006) de los Yeah Yeah Yeahs, dije.

 

    Los doce cortes que componen el disco alternan la ira, rabia y delirio del garage más sucio con la luminosidad de las melodías más indies.  Karen O. gruñe y chilla pero también se desnuda en canciones más intimistas como ” The sweets”. Genial el inicio y final del álbum, con esa adictiva “Gold lion” y con esos ecos acústicos de “Turn into”. Indispensable.

    Luego seguí pensando y llegué a la conclusión de que no podía faltar otro disco:  “Takk” (2005) de Sigur Rós.

 

    Este es un cd de difícil escucha, hay que estar muy atento para no perderse ningún matiz. Sigur Rós son geniales, sobretodo, creando atmósferas. No importa que no entendamos lo que nos dicen en sus canciones, simplemente con escuchar los múltiples instrumentos mezclados con la aguda voz de su cantante Jónsi nos hacen vibrar. Voz que al final, para nuestros oídos, acaba transformada en otro instrumento más. De toda su discografía, Takk es el álbum en el que mejor se conjuga esa fusión entre instrumentos, voz y emociones. ” Hoppiola” quizás sea la canción más grande que han llegado a firmar y que firmarán jamás, pero en este cd también podemos encontrar tracks demoledores como ” Saeglopur” (con esa melodía que se repite una y otra vez y que va creciendo hasta que explota en una miscelánea de sonidos) y la melancólica ” Gong”. Para cerrar los ojos y escuchar sin pensar en otra cosa más que dejarse llevar.

    Por otro lado, creo que no me precipito en decir que el disco de la década firmado en la lengua española es ” Un día en el mundo” (2008) de Vetusta Morla.


    La banda madrileña, que coge prestado su nombre de un personaje del libro de Michael Ende ” La historia interminable”, ha conseguido en este primer disco lo que muchos grupos tratan de obtener a lo largo de su carrera: sonar en castellano y no parecer ridículos o forzados. Los doce temas suenan frescos y, sobretodo, elaborados. Hacer música en castellano es difícil, pero mucho más si lo que haces es pop. Vetusta Morla y su ” Un día en el mundo”, con la impresionante voz de su cantante y las adictivas melodías de sus 12 tracks, consiguieron uno de los mejores cds que se han gestado en nuestro país. Hay sitio para la emoción como en “Año nuevo”, para mover el esqueleto en ” Copenhague”, y hasta para crear atmósferas más arriesgadas como en “La marea”. Indie y pop de la mano.

    Y, para concluir, tengo que hablar de mi disco del año. Con este no tengo ninguna duda: ” La fabulosa historia…” (2009) de Zahara.


    Zahara tiene una voz dulce y delicada pero, a la vez potente. Si sólo fuese eso estaríamos ante otra chica más del montón que canta bonito, pero ella es mucho más. Zahara tiene algo especial, como demuestra en este su primer disco: ” La fabulosa historia…” Pose indie pero con cortes que no se sabe bien si son pop, canción de autor o ese mismo indie. Esto es Zahara, una mezcla de todo lo anterior con la delicadeza de una voz sugerente. No creo que exista mejor concepto para definir este disco que adictivo. Cuanto más lo escuchas más adicción sientes hacia él. Incluye temas geniales como ” Photofinish”, ” Con las ganas” o ” La canción más fea del mundo”, pero también cortes tan azucarados en los que la ñoñería se apodera de ellos de tal forma que lo normal sería sentir vergüenza, pero como Zahara es especial consigue que lo ñoña nos guste y tarareemos con ella esos ooooh oh ooooh del estribillo de ” Chico fabuloso”. Adictiva.

    Y ya, para despedirme, quiero citar cuál ha sido para mí la canción de la década.  El ” Tenía tanto que darte” de Nena Daconte ha sonado hasta la saciedad, el problema es que mucha gente la ha aborrecido (normal… ¿dónde no se escuchaba?), pero es que es un tema pop redondo.


    Guitarras feroces, melodía perfecta y pegadiza, y una voz particular (cansina y ruidosa, pero particular, q es lo que más importa), y, sobretodo, ese final con el coro de niños y las trompetas acompañando el tarareo del estribillo. Genial y mítica.

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