jueves, 28 de enero de 2010

Bovary, Woolf y el feminismo.


    En el instituto, mi profesora de Lengua y Literatura solía hablar de Madame Bovary. Nunca llegué a leer el libro en mis años de estudiante pero siempre se quedó ese nombre grabado en mi mente. En mi subconsciente Madame Bovary se dibujaba como una novela feminista, la historia de una mujer que luchaba contra los principios de una sociedad machista y discriminatoria en el trato hacia el sexo femenino. Siempre pensé ésto, hasta que, hace unos días, terminé de leer el libro.

    No sé si Gustave Flaubert quiso escribir una novela feminista (me parece que sí) pero si ésa fue su idea original considero que se perdió bastante en el intento. Emma Bovary no sólo no es un personaje que lucha contra las injusticias sociales de discriminación y falta de derechos de la mujer sino que, a lo largo de las tres partes en las que se divide el libro, su conducta se va tornando cada vez más en sumisa y condescendiente hacia el sexo contrario.

    Emma es egoísta, caprichosa y soñadora; nos describe a su marido como el culpable de su desgracia, juzgándolo y, como consecuencia inexorable, engañándolo (utiliza al engaño como la cuerda que le permitirá  salir trepando del pozo al que ella misma se lanzó, el día de su boda, sin pensar en las consecuencias) pero, en vez de degustar la libertad a través de su indivualidad trata de obtenerla mediante los abrazos del sexo masculino. Madame Bovary busca cobijo en hombres ajenos a su matrimonio, sin darse cuenta de que Carlos (su marido) es el único que le habría permitido vivir libremente, desarrollarse personalmente y expandir su feminidad y su feminismo.

    No obstante, el autor trata de redimir la conducta de su protagonista con un final trágico. Madame Bovary acaba suicidándose y en el lecho de muerte reconoce que es su marido el único que la trató bien, el único hombre bueno, acaba sentenciando. Aunque la jugada a Gustave Flaubert, desde mi más sincera opinión, le salió mal. Emma no paga ningún precio por sus infidelidades , ella se suicida por cobardía; sabe que ha hecho mal y no sabe cómo salir airosa de la situación, no se atreve a enfrentarse a su marido y prefiere acabar con su vida.

    Madame Bovary muere como cobarde y no como víctima. La novela, en definitiva, carece de ese supuesto alegato feminista y, en el fondo, se presenta como una historia de una mujer desdichada cuyas aspiraciones de grandeza hacen que acabemos odiándola a niveles insospechados. Casi tanto como a la protagonista de “La Pasión Turca” de Antonio Gala. Pero quizá todo lo que digo venga influenciado por Virginia Woolf, a la que he leído mucho. Demasiado. A esa Virginia Woolf escritora y mujer que representa como nadie la voluntad, aspiraciones y desigualdades de las mujeres del siglo XIX.

 
Virginia Woolf.

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